11.10.11

2:01 a.m.

A estas horas, perdida en la penumbra de los abrazos no dados
te llamo con el pensamiento para ver si pretendes asomar la nariz
en mi universo.

Hoy me has pedido perdón por cuanta cosa vino a tu mente.
Pero ya no quiero pensar las mismas cosas una y otra vez.

Siento que contigo camino sobre fango atroz. ¡Quítame esa sensación!
¡Dime que el suelo que pisamos es de roca y que juntos podremos
vencer las sombras malignas que de cuando en cuando se alzan
sobre nuestras propias sombras!

A veces, tengo ganas de lanzarme al vacío de tus labios
para devorarte en un impulso frenético y así no extrañarte
cuando por la noche te vas.
Sólo a veces.
Porque otras veces quiero darle la espalda al espejo que me muestra
tu peor imagen, esa imagen que odio tanto como me atemoriza.

En este momento arriba una telepatía vibrante. ¿Serás tú?
[vacío]
Cierro los ojos e intento retener tu silencio.
Lo logro por un par de segundos.

-¡Señores, por un par de segundos mi novio me amó!
-¡¡Buuuu, loser, loooooser!!- gritan todos al unísono.
¿Será?- pienso mientras me dispongo a lanzar furiosamente jitomates contra los gritones.
Sí, ahora los patos le tiran a las escopetas.
También los actores -perdedores o no- bombardean a los espectadores (ahora estupefactos). Qué buenos tiempos vivimos, "la modernidad"...

¡Ja, ja!

Llegó el momento de dormir.
[con cierta satisfacción de mi parte]

Mi pequeño acto me hizo olvidarme de ti.
Ahora ya somos iguales.
Buonanotte, amore mio.

No hay comentarios: