27.3.12

Piscina Subterránea



Todo comenzó fuera de la piscina. En un estacionamiento -también subterráneo- de algún centro comercial a punto de cerrar sus puertas a los centenares de clientes que se aglutinaban a las afueras de cada establecimiento.
Caminaba al lado de alguien que no recuerdo, sólo conservo la sensación de su compañía a mi lado. Bajamos al estacionamiento rápidamente buscando el coche, lo que nadie sabía -en apariencia- es que dentro de mi bolsa se apretujaban diversos productos que no habíamos comprado... Llegamos al coche y nos percatamos que el estacionamiento ya estaba cerrado. Toda una pesadilla. Alguien fue a buscar al personal que guardaba las llaves.

Otra escena.
Alguien me avisó que me tocaba participar. Me alegré de escuchar esto pues en las bancas había una persona a quien yo detestaba y pretendía quitarme mi puesto, cosa que yo defendí a toda costa y al final resulté triunfé.
Me alisté para lanzarme dentro del cuadro en el piso, que daba a la piscina. Lo hice de cabeza pues esa era la única manera de ingresar.
Abajo, no era una piscina en toda la extensión de la palabra, sino una especie de chapoteadero, de no más de 40 cms de profundidad y nuestro objetivo era recoger la mayor cantidad posible de botecitos blancos que contenían un líquido rojo dentro...
Buscamos sobre el fondo del chapoteadero y nada. Ni un sólo bote.
En mi búsqueda me encontré con un chico que pintaba sobre un lienzo, con pintura verde y azul, cuadros para fotografías. Intenté ayudarle y con una mirada penetrante me decía que no. Yo también tenía pintura y realmente deseaba ayudar! Su mirada era intensa y terrorífica. Quise alejarme para seguir buscando, pero una respiración sobre mi hombro derecho me inmovilizó. Un perro con aspecto tenebroso me miraba y me mantenía paralizada. Pude desprenderme del magnetismo al que me ataba y me volví hacia mi izquierda, donde había otras personas, en semicírculo, rodeadas de una oscuridad honda e impertérrita. Me acerqué a ellas y pude escuchar la plática que sostenían. Charlaban acerca de unas delgadas listas de cristal -o eso parecían- que pendían del techo en varios grupos de aproximadamente 10 tiritas, que brillaban de manera extraña en ese espacio oscuro. Alguien dijo que parecía una escena de la película 'ESO', y otra voz lo contradijo, mencionando otra película del género, que no recuerdo el nombre.

Otra escena.
Un niño de aproximadamente 10 años, gordo y cachetón, de aspecto bobo, vestido con camisa blanca de botones a punto de salir disparados hacia el frente. Envalentonado se lanzó a la piscina por el cuadro del piso, en cuanto saltó miró un llavero de estrella color plata en cuyo extremo llevaba una llave. El objeto flotaba en el agua y se alejaba de él. Alargó la mano para alcanzarla pero ésta seguía alejándose. La alcanzó cuando ésta pasaba justo por encima de un desagüe chiquito, redondo, negro, que se empezó a abrir y hacer grande y a absorber todo lo que hubiera alrededor, el agua se hundía ahí y la fuerza jaló al niño, quien luchaba por nadar en dirección contraria pero el remolino lo atraía hacia sí con una fuerza impresionante!
En cuestión de segundos se perdió en la inmensidad del hoyo negro, en medio de gritos sofocados de pánico y auxilio que nadie escuchó. El desagüe volvió a su tamaño normal y todo se encogió tanto que terminó siendo parte de un sillón donde follaban dos adolescentes, sentados uno frente al otro, sudorosos y jadeantes... Al momento de que todo culminó entre ellos, se separaron uno a cada extremo del sillón, con expresión de fastidio, sin atreverse a mirarse a los ojos.
Yo me encontraba sentada del lado del chico, quien me abrazó y me presionó contra su pecho..

Una escena más.
Una y otra vez perdimos el vuelo. La primera vez yo estaba segura que el vuelo salía a las 10 de la mañana e intentaba que nos apuráramos para llegar a tiempo. Mientras arreglábamos las cosas recordaba que el vuelo salía más temprano, lo cual significaba que ya lo habíamos perdido.
Una vez más resultó perdido, pasaban de las 7 am y continuábamos empacando cosas, de pronto caí en la cuenta que era bastante tarde y tenía que cambiar la fecha del vuelo...
Dos veces más.
Al final descubrí que aún no era la fecha en que debía(mos) partir, y suspiré con alivio.

Toda una pesadilla.
Desperté.

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