A ti:
Se me ocurren cientos de formas y frases para empezar
esta carta, pero comenzaré diciendo que, aunque no lo creas, te extraño.
Extraño las veces que salíamos y lo bien que nos la
pasábamos, ¿te acuerdas? lo mucho que nos reíamos y todo lo que compartíamos.
Recuerdo que hasta nos hacíamos la pinta para estar juntos todas las tardes,
comiendo papas y tomando café, mientras nos descubríamos mutuamente. Extraño la
metáfora de nuestros encuentros, la magia que surgía, como conejo del sombrero,
cuando nuestros caminos se encontraban.
Extraño lo que sentía cuando me enviabas aquellas misivas
misteriosas con algún pajecillo dispuesto. También extraño esa forma tan tuya
de enamorarme, la poesía que salía de tus dedos y de tu mirada, lo que también
agradezco porque gracias a eso volví a creer en el amor, aunque haya sido
efímero.
Añoro extrañarte, extraño quererte tanto como lo hice
alguna vez.
¡Ah! ¡Cuántas cosas extraño!
Echo de menos al hombre del que me enamoré hace un
tiempo, el hombre que eras y lo que solíamos sentir el uno por el otro. Me
acuerdo bien que al principio me parecías misterioso, interesante y guapo,
deberías recordar que te lo dije más de una vez.
¿Te acuerdas de la ocasión aquella en que nos reímos
tanto hasta que nos quedamos dormidos? Estábamos recordando una escena con la
señora Aline, cuando tenía ganas de darte un...! Ya sé, siempre lo menciono, lo
siento; sé que muchas cosas que pasamos ya no debes recordarlas, y yo por el
contrario, las llevo en el corazón, pues para mí fue algo realmente hermoso.
En fin. Hace tiempo que te lo quería decir, pero muchas
razones me lo han impedido, entre ellas, el que estés aquí sin estarlo, pero
sí, te echo de menos. Ahora que estamos tan cerca y paradójicamente tan lejos,
es cuando más te extraño. Algunas noches -la mayoría-, pienso mucho en aquellos
días en que nos amábamos tanto que podríamos haber derretido el ártico. Cuando
tus manos recorrían ávidamente mi piel, cuando tu boca insaciable acariciaba
lentamente mis sentidos, cuando tus ojos me penetraban y después venía una
explosión orgásmica y un sueño, siempre un sueño, tomados de la mano y con una
sonrisa en los labios.
Pero qué más da, ya nada de eso existe, quedó en el
pasado.
En noches como esta, me da por extrañarte. Y te extraño
cada vez más.
Pero, olvidémoslo, si no lo decimos no existió, aunque
duela un poco.
Ahora ya es imposible volver atrás y ser los que antes
fuimos.
Ahora... ahora ya no queda nada.
Te has ido y el amor contigo.
No volverán.
P.D. Nunca, nunca olvidaré los girasoles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario