9.12.13

A ti

A ti:

Se me ocurren cientos de formas y frases para empezar esta carta, pero comenzaré diciendo que, aunque no lo creas, te extraño.
Extraño las veces que salíamos y lo bien que nos la pasábamos, ¿te acuerdas? lo mucho que nos reíamos y todo lo que compartíamos. Recuerdo que hasta nos hacíamos la pinta para estar juntos todas las tardes, comiendo papas y tomando café, mientras nos descubríamos mutuamente. Extraño la metáfora de nuestros encuentros, la magia que surgía, como conejo del sombrero, cuando nuestros caminos se encontraban.
Extraño lo que sentía cuando me enviabas aquellas misivas misteriosas con algún pajecillo dispuesto. También extraño esa forma tan tuya de enamorarme, la poesía que salía de tus dedos y de tu mirada, lo que también agradezco porque gracias a eso volví a creer en el amor, aunque haya sido efímero.
Añoro extrañarte, extraño quererte tanto como lo hice alguna vez.
¡Ah! ¡Cuántas cosas extraño!
Echo de menos al hombre del que me enamoré hace un tiempo, el hombre que eras y lo que solíamos sentir el uno por el otro. Me acuerdo bien que al principio me parecías misterioso, interesante y guapo, deberías recordar que te lo dije más de una vez.
¿Te acuerdas de la ocasión aquella en que nos reímos tanto hasta que nos quedamos dormidos? Estábamos recordando una escena con la señora Aline, cuando tenía ganas de darte un...! Ya sé, siempre lo menciono, lo siento; sé que muchas cosas que pasamos ya no debes recordarlas, y yo por el contrario, las llevo en el corazón, pues para mí fue algo realmente hermoso.
En fin. Hace tiempo que te lo quería decir, pero muchas razones me lo han impedido, entre ellas, el que estés aquí sin estarlo, pero sí, te echo de menos. Ahora que estamos tan cerca y paradójicamente tan lejos, es cuando más te extraño. Algunas noches -la mayoría-, pienso mucho en aquellos días en que nos amábamos tanto que podríamos haber derretido el ártico. Cuando tus manos recorrían ávidamente mi piel, cuando tu boca insaciable acariciaba lentamente mis sentidos, cuando tus ojos me penetraban y después venía una explosión orgásmica y un sueño, siempre un sueño, tomados de la mano y con una sonrisa en los labios.
Pero qué más da, ya nada de eso existe, quedó en el pasado.
En noches como esta, me da por extrañarte. Y te extraño cada vez más.
Pero, olvidémoslo, si no lo decimos no existió, aunque duela un poco.
Ahora ya es imposible volver atrás y ser los que antes fuimos.
Ahora... ahora ya no queda nada.
Te has ido y el amor contigo.
No volverán.


P.D. Nunca, nunca olvidaré los girasoles.

No hay comentarios: